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¿Eres introvertido o extrovertido? Así puedes maximizar tu productividad

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Tan pronto como entras en una oficina, es relativamente sencillo deducir el estilo de trabajo de cada empleado. Algunas personas se mueven siempre en grupo, lo hacen casi todo de manera colaborativa; otras prefieren ir un poco a su aire resolviendo tareas de manera individual.

También se percibe esto en la socialización: hay quien prefiere rodearse de gente durante las comidas y los tiempos muertos y hay quien prefiere retirarse a leer un libro o a reflexionar en sus cosas.

Tipos de socialización

La opción elegida a la hora de trabajar o comunicarse con los compañeros dice mucho de la personalidad de una persona, en especial sobre el lugar que ocupa dentro de la escala extrovertido-introvertido, o al menos esa es la tesis que se desprende de un interesante artículo publicado en Medium.

El texto ayuda a mejorar la productividad en función del perfil en el que mejor nos reconocemos, pero antes se antoja necesario definir qué significa ‘introvertido’ y ‘extrovertido’, porque no todo es tan simple como: unos son tímidos y los otros abiertos.

En realidad son términos acuñados por el psicólogo Carl Jung en la década de 1920, con los que trataba de categorizar un juego de energías: mientras los introvertidos depositan la energía en el “mí”, los extrovertidos ponen el foco en el grupo.

Esto lo complementa con distintos niveles de introversión o extroversión dentro de cada nivel de personalidad. Empecemos por los introvertidos:

Los
introvertidos sociales son los más reconocibles, buena parte de los introvertidos encajaría en este subgrupo: prefieren estar solos o socializar en grupos pequeños, sin embargo, no son especialmente tímidos y no sienten ansiedad al estar en contacto con los demás. Suelen ser introspectivos, reflexivos y autorreflexivos.

Los
introvertidos ansiosos buscan la soledad porque tienden a sentirse incómodos o cohibidos en el trato con los demás. Esa ansiedad no siempre desaparece durante su soledad, pues tienden a reflexionar sobre cosas que podrían haber hecho mejor.

En cuanto a los extrovertidos, como ya hemos dicho, son aquellos que se sienten energizados al estar en contacto con muchas personas. No les importa ser el centro de atención, sin embargo, pasar demasiado tiempo a solas puede agotarlos mentalmente. Al igual que en el caso de la introversión, existen diferentes niveles de extroversión:

Los extrovertidos buscavidas, que suelen ser asertivos, persistentes e impulsados por el éxito. Se sienten cómodos estando en el centro de atención y asumen cierto liderazgo en cuanto aparece la ocasión.

Los extrovertidos gregarios son afectuosos, amistosos, cálidos y pueden romper el hielo fácilmente. Las relaciones cercanas son importantes para ellos y suelen tener un gran grupo de amigos.

Existe un tercer subgrupo, no tan reconocido: el de los llamados ambivertidos. Estos se situarían justo en el medio de ambas categorías. Según Barry Smith, profesor emérito e investigador de la Universidad de Maryland, “los ambivertidos constituyen el 68% de la población”.

En esta categoría cabe la gente socialmente cómoda, que interactúa pero que, sin embargo, también valora el tiempo a solas. Es decir, no funcionan bien en una de las dos situaciones durante demasiado tiempo: necesitan las dos entremezcladas. El equilibrio es clave para ellos y su preferencia por la introversión o la extroversión puede cambiar dependiendo de la situación.

Consejos para maximizar la productividad

A partir de lo expuesto hasta aquí y de dónde te sitúes en el eje introversión-extroversión, veamos cómo podemos maximizar nuestro rendimiento en el ejercicio académico o, especialmente, laboral.

Conviene tener presente que no hay un tipo de personalidad correcta o incorrecta, pero saber en qué categoría encajas puede ayudarte a saber mejor qué necesitas para rendir más.

A continuación ofrecemos algunos consejos de productividad para cada tipo de personalidad.

Introvertidos

Controla tu entorno: el plano de sala abierta se creó para fomentar la colaboración, pero en esa facilidad de comunicación se cuela la música del ordenador de tu compañero y mil conversaciones ajenas que suenan como letanías. La planta abierta y diáfana no funciona para todo el mundo, así que no tienes por qué sentirte abrumado en tu escritorio. Si necesitas tu espacio privado, busca un rincón de oficina tranquilo o pide al responsable que designe zonas silenciosas para trabajar mejor.

Céntrate en las interacciones de uno en uno: los proyectos grupales y los eventos en auditorio pueden ser una pesadilla para los introvertidos. Dependiendo de tu función, es posible que no puedas escapar a estos encuentros grandes, pero siempre puedes dedicar tiempo a conversaciones más íntimas que ayuden a sobrellevar el gran formato. Charla de manera individual con tus compañeros para encontrar un nivel óptimo de comodidad.

Reduce la velocidad: la vida en la oficina glorifica la mentalidad go go go!!!, pero los introvertidos tienden a sumergirse profundamente en los temas y acostumbran a tomarse su tiempo para pensar realmente en cada problema. Tu equipo nunca sabrá esta necesidad si no la comunicas. Asegúrate de transmitir tu estilo de trabajo preferido para que te dejen tu espacio y tu espacio privado.

Prepara las reuniones: siempre hay dos o tres personas que dominan las reuniones. Si esperas que te salga una intervención de manera natural, quizás esperes para siempre. Para motivarte a participar puedes revisar el orden del día con anticipación y anotar las cosas que quieres decir.

Extrovertidos

Busca ruido: una oficina silenciosa puede ser extremadamente desconcertante. Quizás necesites el ruido de la música, la charla y el movimiento para que fluyan los juegos creativos. Si no te sientes inspirado en un escritorio, prueba en una cafetería. Otra opción: tomar un descanso, salir y caminar alrededor del vecindario. El movimiento y la actividad efervescente siempre activa. Y un último consejo: lleva auriculares para trabajar con música. Siempre.

Ocúpate, pero con comedimiento: mientras algunos se sienten estresados por una lista creciente de tareas o por tener que saltar de reunión en reunión, hay otra gente que se mueve como pez en el agua en esas situaciones. Quizás sea tu caso. Ofrécete en proyectos grandes con muchas partes divididas. Y disfruta el desafío. Pero cuidado: es fácil para los extrovertidos ir al límite, antes de empezar establece límites para no acabar desquiciado.

Programa una hora social: el extrovertido se carga de energía a partir de las interacciones sociales, pero las reuniones no siempre califican como “hora social”. Dedica tiempo a conectarte de manera intencional con otras personas. Una buena opción es la hora del almuerzo o los parones del café. Si, por el contrario, trabajas de forma remota, muévete a un coworking y socializa con gente que está en tu misma situación.

Bloquea tiempo para reflexionar: Avanzar en la multitarea y tachar cosas de la lista significa que normalmente lo hacemos sin reflexionar sobre lo que acabamos de hacer. Para. Dedica tiempo a paladear lo conseguido. Es una estrategia imprescindible para llegar con fuerza a las últimas tareas.

Ambivertidos

Aprovecha tu flexibilidad: los ambivertidos por lo general pueden alimentarse de la energía de quienes les rodean. Debido a que tienen poco de invertido y poco de extrovertido, pueden adaptarse fácilmente a cualquier entorno, ya sea bullicioso o silencioso. Mientras optimizas tu propia productividad, ten en cuenta los estilos de las personas que te rodean y mantente flexible con ellas. De ese modo podrás extraer su máximo nivel y complementarán el tuyo.

Experimenta y encuentra lo que funciona para ti: dependiendo de dónde caigas en el espectro introvertido-extrovertido, es posible que algunos de los consejos anteriores también te funcionen a ti. Es decir, habrá días en los que te sientas de una manera y otros en los que te sientas de otra, por lo que siempre puedes recurrir a la especificidad de cada categoría para hacerla efectiva en tu propia persona.

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