El brainstorming es un método para la generación de ideas muy popular. Muchas empresas y personas lo utilizan de forma más o menos espontánea en la búsqueda de soluciones a cualquier reto que se les ponga por delante. Se utiliza, se podría decir, para superar el conformismo en un determinado trabajo o situación.
Esta técnica de creatividad trata de alejarse de los caminos trillados e indaga más allá de las soluciones comunes. Por eso quizá la norma principal de un brainstorming o lluvia de ideas es que la única mala idea es la que no se dice. Durante el proceso de generación de ideas, no hay que hacer valoración o crítica alguna. Solo hay que apuntar las ideas, la evaluación se realizará tan solo al final.
Aunque la lluvia de ideas es un recurso utilizado masivamente y de manera intuitiva, su formato estructurado y profesional tiene matices y trucos. Puede parecer sorprendente pero esta técnica tiene hasta historia. El método fue ideado en 1939 por el publicista y teórico de la creatividad Alex Faickney Osborn, y basó su método en la interacción entre los integrantes de un grupo para generar nuevas ideas sobre un tema en concreto.
De acuerdo con esta técnica, la interacción entre los distintos integrantes del grupo potencia la creatividad y se generan principios que no se alcanzarían trabajando individualmente. De esta forma, gracias al trabajo en grupo, las ideas de los usuarios se retroalimentan con las de los otros integrantes. El método aprovecha dicho feedback y las ocurrencias que dicen unos construyen y generan otras nuevas. Se trata de una espiral de inspiración compartida.
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Una característica curiosa de la lluvia de ideas es que la cantidad prima sobre la calidad. Se quiere encontrar el mayor número posible de ocurrencias con las que dar respuesta a un reto. Se busca la divergencia, por eso es importante no juzgar las ideas que vayan surgiendo y dejar que fluyan. Cuantas más, mayores posibilidades de hacerlas crecer y de lograr una cantidad significativa.
Desde Design Thinking España sitúan el tiempo recomendado para una lluvia de ideas entre los 25 y 35 minutos y el número de ocurrencias que deben apuntarse, un mínimo de 30. Al principio suelen aparecer en la mente las sugerencias más obvias. Estas no son innovadoras. Cuantas más ideas se generen en la sesión, más se podrán elegir, combinar y adaptar para resolver el problema planteado al principio.
Es posible organizar una lluvia de ideas para casi todo: para crear una marca personal, generar una idea de negocio, para generar un blog, aumentar la productividad, o para planificar la estrategia de contenidos de una web. Para todas estas acciones se puede elaborar un primer brainstorming antes de definir un objetivo final.
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La tarea más importante del moderador es incitar a pensar libremente y provocar a los participantes a atreverse a decir lo que puedan creer que es un disparate. Las ideas más prácticas muchas veces nacen de otras que son, en su mayoría, inviables.
Por ello, es muy importante que los usuarios piensen libremente y tengan ideas imposibles. De esta forma, se consigue salir de las ocurrencias lógicas y habituales, fomentando así la creación de nuevas soluciones.
Muchas agencias de creativos utilizan un pequeño calentamiento antes de meterse en materia. Una forma habitual de calentar es a través de un dibujo. Por ejemplo, pedir a los asistentes que dibujen el mayor número de cosas redondas que se les ocurra. Otra consiste en mostrarles un objeto, y pedirles que enuncien todos los usos que se les ocurren para él. Por ejemplo,que inventen nuevos usos para una taza.
Es la técnica originaria de brainstorming. Lo único que se debe hacer para poder seguirla es explicar el problema y generar ideas. Es recomendable cuando los participantes ya tienen experiencia en este tipo de sesiones.
Se trata de una lluvia de ideas que está dividida en tres fases. Los números 3-12-3 se refieren a los minutos que dura cada una de ellas. Además, esta técnica destaca porque se trabaja tanto de forma individual como grupal.
Este tipo de técnica es útil para aquellas sesiones donde el problema está muy bien definido. Su punto negativo es que este tipo de sesión deja un gran número de ideas de la primera fase sin desarrollar.
El método es muy simple, ya que basta con ir desmenuzando el producto o servicio en elementos más pequeños hasta que no se pueda más.
Si el objeto de análisis fuera, por ejemplo, un coche, se dividiría el vehículo en elementos más pequeños como ruedas, llantas, faros, frenos etc. Los frenos a su vez se subdividirán en sus partes y así hasta llegar a las partes más pequeñas.
Al final se analizará cada elemento individualmente haciendo preguntas como: ¿Cómo se puede mejorar?, ¿Hay otra forma de realizar esa función?. Esta técnica de brainstorming es útil para realizar análisis en profundidad sobre un producto o servicio.
Acabado el tiempo de brainstorming, es momento de seleccionar las mejores ideas. Existen varias formas de hacerlo. Design Thinking España recomienda la votación con 4 votos de las mejores ideas.
Para elegir esas ocurrencias más interesantes, los participantes cuentan con cuatro votos, que pueden utilizar como prefieran. Poniendo por ejemplo cuatro votos en una de las ideas, tres en una y una en otra o bien cuatro votos en cuatro diferentes. Ellos escogen la distribución que les parezca más conveniente.
Tras esa primera votación, el facilitador hará un recuento de las ideas más votadas, y las señalará, por ejemplo, subrayándolas. Los participantes tendrán entonces un único voto para elegir la que más les guste. Las mejores ideas de ese último recuento pasarán a ser las seleccionadas.
Existen herramientas online que nos pueden ayudar a gestionar y mejorar la sesión de brainstorming. Todas ellas son gratuitas y permiten añadir otros participantes.