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¿Estamos agrandando la brecha digital?

MJ Clemente

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Ago 29, 2022

Como tu tiempo es oro, en esta sección de Holded Magazine te vamos a explicar rápidamente qué es la brecha digital, cuándo empezó a formarse y, sobre todo, por qué debería importarte.

Tal vez hayas oído hablar de este concepto en redes sociales, en la página web de un periódico o lo has visto en televisión, si todavía haces esas cosas. La brecha digital es la última palabra de moda que se ha ido abriendo paso de forma silenciosa desde que tu compañía de teléfono te preguntó si querías recibir las facturas por email en vez de que te las mandasen en papel.

¿Se trata de una brecha en internet?

No, no exactamente. Para entendernos, la brecha digital es ese momento en el que tu padre o tu madre te entrega el móvil con cara constreñida y te dice algo así como “mírame esta cosa que me ha salido” o “no sé qué he tocado”. Tú, que, de momento, hablas Android o IOs con fluidez, suspiras y vuelves a mirar, por cuarta vez, cuál es el problema. 

A pesar de que les has explicado en numerosas ocasiones cómo conseguir que el móvil haga lo que ellos quieren, parece haber una fuerza más poderosa que sigue generando misterios en torno a esta pequeña pieza de tecnología.

Esto es, en esencia, la brecha digital. La desigualdad a la hora de saber o poder usar las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), porque no solo es cuestión de aprender a arreglarse con la banca online o saber contestar mensajes desde el reloj, también hay que tener en cuenta que mucha gente ni siquiera puede acceder a estas tecnologías por diversas razones.

El impacto que tienen las tecnologías digitales en la vida cotidiana es cada vez más elevado y se han convertido en una puerta de entrada obligatoria para muchas gestiones del día, como consultar el saldo de tu cuenta bancaria o recibir los resultados de unos análisis. Si, por el motivo que sea, no puedes acceder a ellas o te vas quedando atrás en su uso, se crean desigualdades o se empeoran las que ya estaban.

Y ahí viene la brecha.

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¿Cuándo empezó todo esto?

Aunque ahora parece que la digitalización también está en boca de todos, la verdad es que es bastante “antigua”. El término se originó en los 90. Sí, hace 30 años. Al principio solo hacía referencia a la diferencia entre la gente que tenía acceso a internet y la que no, centrándose en las capacidades económicas como motivo. Se daba por hecho que, una vez estuvieran conectados, todo el mundo disfrutaría por igual de los beneficios de haberse hecho digital.

Para sorpresa de nadie, no fue así.

Fue en los 2000 cuando el concepto de digitalización empezó a tomar la forma que tiene hoy en día, gracias a los grandes cambios tecnológicos en las industrias. Todas las empresas punteras empezaron a usar las nuevas tecnologías en sus procesos: teléfonos móviles, datos en la nube, internet, comunicación máquina a máquina, blockchain…

Ordenador brecha digital
El término digitalización se popularizó en los 2000

Esta nueva forma de hacer negocios con procesos digitales cambió la forma en la que hacían dinero las empresas, por tanto, cambió el mercado y el resto de la sociedad. Se transformaron los paradigmas económicos y sociales, se empezaron a introducir nuevas leyes… 

“Digitalizarse” pasó, poco a poco, de ser una elección a una cuestión de supervivencia.

¿Por qué se generó una brecha?

Ojalá hubiera una respuesta sencilla, lo cierto es que son varias las razones por las cuales cada vez las desigualdades se fueron agrandando más y más… hasta el día de hoy, que lo siguen haciendo. 

En primer lugar, estas nuevas tecnologías no son baratas. La posibilidad de acceder a ellas no es algo que tenga toda la sociedad por igual. A todos nos gusta tener cosas bonitas, pero no todo el mundo puede permitirse una casa donde las cortinas se bajen solas con un comando de voz. Si vas a un nivel más global, también hay muchas diferencias en países menos desarrollados, donde tal vez estas tecnologías estén demasiado alejadas de las preocupaciones diarias. Sin embargo, sin poder acceder a ellas, es difícil que sigan avanzando en su desarrollo. La brecha digital también está causada por la brecha económica.

A menudo, cuando se piensa en TIC, se piensa en una ciudad o en teléfonos móviles. Para poder operar con normalidad, las tecnologías necesitan un equipamiento e infraestructuras y procurar eso no siempre es posible. Piensa, por ejemplo, en las zonas rurales o más apartadas. Si en algunos pueblos no llegan los servicios esenciales como un centro de atención primaria, menos llegará internet. Sí, la brecha digital puede estar causada por cuestiones geográficas.

Eso no es todo, esta brecha también es cuestión de género. Cuando empezó a democratizarse el uso de estas nuevas tecnologías en la población (o sea, en ti, en mí, en todo el mundo), la predominancia en el liderazgo social y ciudadano a nivel público estaba fuertemente dominado por los hombres. Esto hizo que las mujeres tardasen más en acceder y aprender a usar estas nuevas tecnologías. Hoy en día, gracias al trabajo que se está realizando en múltiples facetas de la sociedad, esta dimensión de la brecha digital no es tan significativa, sin embargo, no se ha eliminado del todo, tanto en países en vías de desarrollo como al lado de tu casa.

Por último, tal vez esta dimensión de la brecha digital, y uno de los motivos por el cual se va agrandando más y más, sea la que más te suene: se trata de la brecha digital por edad. Parece que la generación llamada “nativos digitales” tiene menos problemas para adaptarse a las TIC nuevas que van introduciéndose en nuestro día a día. No obstante, no puedo evitar preguntarme ¿se quedará esta “facilidad” para siempre o la tecnología seguirá evolucionando tan deprisa que nos quedaremos todos atrás en esta carrera de velocidad?

¿A quiénes afecta más esta brecha?

Tal vez la primera persona que se te viene a la cabeza son los miembros más ancianos de tu familia o los más pequeños que todavía no se aclaran, por suerte, al poner Youtube en la televisión solos. 

Lo cierto es que, ya actualmente, esta brecha afecta a más personas de las que se te pueden ocurrir en un principio y, probablemente, tú seas una de ellas. Para saber a quién está afectando tenemos que tener en cuenta tres variables:

  • El dinero
  • Las habilidades de uso
  • Calidad de estas habilidades

En otras palabras, ¿puedes permitirte acceder al equipamiento que hace falta? ¿Sabes usarlo? Y, por último, ¿le sacas todo el rendimiento para el que fue diseñado?

Los factores de la exclusión digital no solo tienen que ver con la edad, sino con los ingresos, la clase social, la educación recibida, la salud física y también mental.

Esta digitalización a marchas forzadas ha hecho que personas que eran independientes, por ejemplo, un anciano que vive y se maneja solo, se vuelvan dependientes porque no pueden hacer gestiones por sí mismos si no saben usar, por ejemplo, la banca digital.

Por otra parte, el diseño de aparatos digitales relacionados con las TIC se ha hecho, como tantas otras cosas, sin tener en cuenta a grandes grupos de población. Por poner otro ejemplo, el acceso a los contenidos en internet para personas ciegas es mucho más limitado que para el resto.

En muchos hogares, el salario bruto que se recibe es menor a 20.000 euros al año y cuando se trata de prioridades, tal vez el acceso a las TIC no esté en primer lugar. Lo cual no deja de ser paradójico, porque actualmente las necesidades básicas de la población deben ser cubiertas, casi obligatoriamente, a través de la tecnología.

Digamos que necesitas saber los resultados de unos análisis de sangre, lo tendrás complicado si no tienes acceso (y sabes usar) la aplicación correspondiente.

Y, a veces, aunque tengas las “competencias digitales” necesarias, el resto de la sociedad no las tiene. Durante la etapa más estricta del confinamiento, en la ciudad de Barcelona el 26,8% de los escolares no pudo continuar sus estudios online, según los datos ofrecidos por el Ayuntamiento. La mitad de ese porcentaje, con todas las capacidades anteriores de acceso y habilidades de uso, no pudo continuar sus estudios simplemente porque en su escuela no tenían la capacidad para ofrecer clases online.

Niños prueban unas gafas VR
La brecha digital por edad puede continuar siendo un problema

¿Estamos a salvo o nos tragará la brecha digital?

Las TIC crecen muy deprisa y están por todas partes, probablemente demasiado rápido para poderles seguir la pista DE VERDAD. No has acabado de aprender lo que es el Metaverso cuando ya ha salido el nuevo chip implantado en el cerebro que nos dará mentalmente las indicaciones de Google Maps. Esto último es, todavía, una invención, pero esa es la clave: todavía.

Además de ello, y aún con el supuesto de que podamos permitirnos acceder a las nuevas tecnologías a medida que van saliendo, lo que va siendo cada vez más complicado, hay otra amenaza en el horizonte: la falta de confianza digital.

Hackers, fugas de datos, fraudes online, fake news o grandes escándalos relacionados con la privacidad han llenado hilos de Twitter, portadas de periódicos (digitales o no) y protagonizado conversaciones del día a día.

La vulnerabilidad es real. La falta de educación digital hace que sea más fácil que te estafen por internet, que cliques en un enlace que no debes o que cedas tus datos pensando que no pasará nada.

Los datos son una materia prima, a efectos prácticos son la moneda con la que se paga la vida online. En este internet nuestro, muchas cosas parecen gratis, pero no es así, se intercambian productos y servicios a cambio de datos. No es raro descubrir noticias de que tal o cual empresa ha sido multada por vender esos datos sin permiso. 

Se puede pensar que los datos de la ciudadanía no son información valiosa, al fin y al cabo, la mayoría no somos una personalidad pública o con “poder”, solo gente normal. No obstante, no hay que ir muy atrás para recordar el escándalo que destapó que esos datos de personas normales y corrientes fueron utilizados para manipular diferentes votaciones. 

Por otra parte, más allá de los datos, hay TIC que ya son reales aunque no mainstream. Es el caso de la tecnología transdérmica, o sea, implantarse un chip bajo la piel para realizar tareas como pagar en sitios o abrir puertas. O tecnologías que ya se van asomando, como unas lentillas capaces de cubrir todo el campo de visión y mostrarnos imágenes superpuestas en nuestro entorno. 

¿Te implantarías ahora un chip o unas lentillas? Tal vez en el futuro, si quieres seguir accediendo a tus necesidades básicas, no te quede otra alternativa.

Lentillas de realidad aumentada
Se están desarrollando lentillas de Realidad Aumentada

¿Qué medidas se están tomando para cerrar la brecha digital?

Volviendo al presente, o al menos a un futuro no tan lejano, lo cierto es que las instituciones públicas están tomando medidas para “no dejar a nadie atrás”, aunque todos los expertos señalan la necesidad de involucrar a la gente para que se sumen a aportar iniciativas ciudadanas.

A veces, el ansia de algunas empresas en sumarse a la digitalización elimina, como hemos visto, la posibilidad de algunos ciudadanos de poder seguir haciendo cosas básicas. Como el caso que comentaba de los bancos. Progresivamente, las entidades han ido cerrando oficinas de forma masiva, dejando a mucha gente fuera del sistema, porque no tienen acceso a internet o simplemente no saben usar la banca online.

En marzo de 2022, el Gobierno publicó en el BOE que se promoverían “las modificaciones legislativas necesarias para garantizar la atención personalizada en los servicios de pagos a los consumidores y usuarios en situación de vulnerabilidad que lo demanden, sin discriminación motivada por brecha digital”.

A nivel nacional, existe el “Plan de España Digital 2026”, dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Este plan se basa en una serie de ejes estratégicos sobre los que trabajar, siendo los más importantes: mejorar la ciberseguridad, reforzar las competencias de la ciudadanía, digitalizar las instituciones públicas, garantizar una conectividad digital adecuada para toda la población y elaborar una carta de derechos digitales.

Con este plan, se pretende cerrar la brecha que se ha ido ensanchando en los últimos años, ya sea por motivos socioeconómicos, de género, generacionales, territoriales, o medioambientales, y que se han puesto de manifiesto durante la pandemia.

¿Nos convertiremos en nuestros padres?

La digitalización tiene muchos beneficios, tanto para el planeta como para la sociedad, pero solo con un enfoque tecnológico en vez de humanista, se dejará a gente atrás y las personas que te preguntan ahora sobre cómo quitar la notificación esa del móvil, podrías ser tú preguntando que cómo se entra en el Metaverso.

No, lo más probable es que no te conviertas en tu padre o tu madre, al menos no debido a la brecha digital. De momento, todos nos estamos adaptando a todo lo que va saliendo. Sin embargo, deberemos mantener esa capacidad de adaptación para no agrandar la brecha y, sobre todo, mostrar empatía y amabilidad para ayudarnos entre nosotros.

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