¿Problemas de liquidez? Descubre por qué es importante gestionar tu pasivo corriente (proveedores, deudas a corto) para liberar flujo de caja.
Si eres autónomo o gestionas una pyme, sabes que el pasivo corriente (esas facturas, préstamos e impuestos que vencen este año) puede convertirse en un dolor de cabeza si no lo controlas. La mala gestión de estas obligaciones pone en riesgo tu liquidez, limita tu capacidad de inversión y, en el peor caso, puede llevarte al cierre.
Pero hay buenas noticias: gestionar correctamente el pasivo corriente no requiere ser un experto en finanzas. En este artículo, te explicamos en lenguaje claro qué elementos componen tus deudas a corto plazo (y cuáles suelen pasarse por alto), cómo calcularlas con métodos sencillos y algunas estrategias prácticas para reducirlas.
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El pasivo corriente, pasivo circulante o pasivo a corto plazo es el conjunto de deudas y obligaciones que tu empresa debe liquidar en un plazo máximo de un año. Imagina que es como las facturas mensuales de tu hogar: el alquiler, la luz, el agua o las cuotas del coche que debes pagar sin falta cada mes. Del mismo modo, tu negocio tiene compromisos financieros inmediatos que no pueden posponerse.
Para los empresarios y autónomos, entender este concepto es fundamental porque determina si podrás mantener las puertas abiertas el próximo año. Una gestión inadecuada del pasivo corriente puede llevarte a problemas de liquidez graves, mientras que un control eficiente te permitirá tomar mejores decisiones estratégicas y aprovechar oportunidades de crecimiento.
Este indicador aparece reflejado en el balance de situación de tu empresa y es uno de los primeros aspectos que analizan bancos, inversores y proveedores para evaluar tu capacidad de pago. Una empresa sólida mantiene un equilibrio saludable entre sus recursos disponibles y sus obligaciones inmediatas.
Gestionar correctamente el pasivo circulante es vital para la supervivencia de cualquier pyme o negocio, ya que determina tu capacidad para operar día a día. Un pasivo circulante mal gestionado lleva a la asfixia financiera: aunque la empresa facture mucho, podrías quebrar por no poder pagar obligaciones inmediatas.
La clave está en monitorizarlo de forma constante y establecer acciones preventivas antes de que el problema sea grande. Acciones muy simples, como calcular tu ratio mensual, clasificar deudas por urgencia y automatizar alertas de vencimiento, pueden marcar la diferencia.
Las empresas que revisan semanalmente su pasivo circulante pueden reducir sus costes financieros hasta un 18%.
Recuerda: si más del 40% de tus ingresos se destina a pagar deudas corrientes, o si estas superan el 80% de tu efectivo, estás en zona de peligro.
Toma el control de la situación financiera de tu empresa hoy mismo: un pasivo circulante ordenado no solo evita crisis, sino que te da margen para crecer.
El fondo de maniobra es la diferencia entre tu activo corriente y tu pasivo corriente. Esta métrica te indica si dispones de suficientes recursos líquidos para mantener tu operación sin sobresaltos.
Un fondo de maniobra positivo significa que puedes cubrir todas tus obligaciones a corto plazo y aún te queda margen para aprovechar oportunidades. Si es negativo, estás en una situación de riesgo que requiere acción inmediata.
Esta relación es crucial porque demuestra que el pasivo corriente no es solo una cifra aislada, sino parte de un equilibrio financiero más amplio que determina la viabilidad de tu empresa a corto plazo.
Conocer estos componentes te ayudará a anticipar problemas de liquidez y planificar mejor tu flujo de caja. No todas las deudas tienen el mismo impacto ni la misma urgencia, por lo que es crucial identificar cada tipo para priorizarlas adecuadamente.
Esta categoría incluye las cuotas mensuales de préstamos bancarios, líneas de crédito utilizadas y cualquier financiación externa que deba devolverse en los próximos doce meses. También abarca los intereses acumulados de deudas a largo plazo que deban pagarse durante el ejercicio actual.
Es importante revisar periódicamente estos compromisos porque suelen tener fechas fijas de pago y penalizaciones por retraso. Muchas pymes subestiman el impacto acumulativo de estas cuotas, especialmente cuando han contratado varios productos financieros simultáneamente.
Son las deudas contraídas con empresas que te suministran materias primas, mercancías o servicios esenciales para tu actividad. Incluye tanto las facturas ya recibidas como los pedidos realizados pendientes de facturación.
La gestión de proveedores es crítica porque afecta directamente tu cadena de suministro. Un proveedor insatisfecho puede cortar el suministro o exigir pagos al contado, lo que complicaría enormemente tu operativa diaria. Por ello, mantener una comunicación fluida y cumplir los plazos acordados es vital para la continuidad del negocio.
Esta categoría engloba todas las obligaciones fiscales y laborales: IVA trimestral, retenciones de IRPF, cotizaciones a la Seguridad Social, salarios pendientes de pago y cualquier impuesto que deba liquidarse antes de un año.
Estos compromisos son especialmente delicados porque su incumplimiento puede acarrear sanciones importantes y problemas legales. Además, las administraciones públicas tienen mecanismos muy eficaces de cobro, incluyendo el embargo de cuentas bancarias.
Incluye provisiones para garantías de productos vendidos, indemnizaciones previsibles, gastos de reestructuración ya decididos y cualquier compromiso futuro que ya sea una obligación legal para la empresa.
Aunque estos gastos aún no se hayan materializado, es fundamental provisionarlos porque representan salidas de efectivo prácticamente seguras. Una empresa responsable siempre anticipa estos compromisos para evitar sorpresas desagradables en su tesorería.
En términos simples, los ingresos diferidos son pagos que tu empresa recibe por adelantado por bienes o servicios que aún no has entregado o completado. Son como un "préstamo" de tus clientes que debes "devolver" entregando el producto/servicio en el futuro.
Algunos ejemplos de ingresos diferidos que debes tener en cuenta a la hora de calcular el pasivo corriente de tu empresa son los depósitos o anticipos de clientes, las suscripciones u otros servicios pagados por adelantado, los alquileres que has cobrado de forma anticipada o las licencias de software o SaaS.
La distinción entre ambos tipos de obligaciones puede marcar la diferencia entre una empresa próspera y otra en crisis. Mientras que el pasivo corriente exige liquidez inmediata, el pasivo no corriente te da respiro para planificar y generar los recursos necesarios.
Piensa en una empresa de construcción que ha conseguido un contrato importante: necesitará un préstamo a largo plazo para comprar maquinaria (pasivo no corriente), pero también debe pagar semanalmente a sus trabajadores y mensualmente a sus proveedores de materiales (pasivo corriente). Si no equilibra ambos tipos de financiación, puede tener los recursos para el proyecto pero no para mantener la operación diaria.
El criterio temporal es claro y definitivo: si una deuda vence en menos de doce meses desde la fecha del balance, es pasivo corriente. Si el vencimiento supera ese plazo, se clasifica como pasivo no corriente.
Esta regla aparentemente sencilla tiene implicaciones importantes. Por ejemplo, una hipoteca a 20 años se considera pasivo no corriente, pero las cuotas mensuales de ese mismo préstamo que debes pagar durante el año en curso forman parte del pasivo corriente.
El pasivo corriente tiene un impacto directo e inmediato en tu flujo de caja. Cada factura de proveedor o cuota bancaria reduce directamente el efectivo disponible para otras actividades. Por el contrario, el pasivo no corriente influye más en tu capacidad de endeudamiento futura y en la percepción de solvencia a largo plazo.
Una empresa con un pasivo corriente elevado puede experimentar tensiones de tesorería constantes, obligándola a rechazar oportunidades de negocio por falta de liquidez. En cambio, una empresa con un pasivo no corriente alto pero bien estructurado puede mantener su operativa diaria sin problemas.
Te enseñamos métodos que usan los expertos en contabilidad para obtener una cifra precisa y útil para la toma de decisiones. Cada método tiene sus ventajas según el nivel de detalle que necesites.
La fórmula más directa consiste en sumar todas las partidas que vencen en los próximos doce meses:
Pasivo corriente = Proveedores + Préstamos a corto plazo + Salarios pendientes + Impuestos a pagar + Otras deudas a corto plazo
Este método es ideal para obtener una visión rápida de tu situación, especialmente útil en reuniones con bancos o inversores cuando necesitas datos inmediatos.
Si dispones del balance completo, puedes usar esta fórmula alternativa:
Pasivo corriente = Pasivo total - Pasivo no corriente
Se trata de un enfoque más preciso, porque parte de datos contables auditados y reduce el riesgo de omitir alguna partida importante.
Consideremos "Moda Valencia SL", una tienda de ropa con las siguientes obligaciones:
Pasivo corriente total: 107.500€
Esta cifra le indica a la empresa que necesita generar al menos esa cantidad en los próximos doce meses solamente para cumplir con sus obligaciones, sin contar con inversiones o crecimiento.
Si necesitas reducir tu pasivo corriente para conseguir un respiro económico que reduzca las tensiones de tesorería y te ayude a mejorar la gestión de tu empresa, puedes probar alguna de las siguientes estrategias:
Descubre cuáles son los mejores programas de contabilidad que pueden ayudarte en la gestión de tu negocio.
El principal indicador de alarma que debe preocuparte ocurre cuando tu ratio corriente (el resultado de dividir el activo corriente entre el pasivo corriente) es inferior a 1. Esto significa que no tienes suficientes recursos líquidos para cubrir tus obligaciones inmediatas.
Otros síntomas que deben preocuparte son los retrasos frecuentes en pagos a proveedores, dificultades para conseguir nuevos créditos bancarios o la necesidad constante de aplazar obligaciones fiscales. Si tu pasivo corriente supera el 60% de tus ventas anuales, deberías revisar urgentemente tu estructura financiera.
Comparar tus ratios con empresas similares de tu sector también te dará perspectiva sobre si tu situación es normal o requiere corrección inmediata.