Emprender

Emprender en pareja: Qué hacer para no fracasar en el intento

David Ruiz

Arrancar un proyecto empresarial junto a la persona con la que ya tenemos en marcha un proyecto sentimental puede ser arriesgado, pero también fascinante y productivo. Si tienes una idea de negocio entre manos y no sabes si hacerlo en pareja, lee con atención este artículo. El amor puede ser la mejor receta del éxito empresarial.

¿Qué deberíais hacer?

Por mucho que seáis pareja y marquéis unas reglas laxas en vuestra convivencia diaria, montar una empresa es otra historia. Esto no va de olvidarse de poner el lavavajillas una tarde, de dejarse la taza de café con leche en la mesita de noche o de usar por equivocación el cepillo de dientes que no toca.

Emprender en pareja es mucho más. De ahí que es fundamental que marquéis desde un inicio “las reglas del juego”. Eso se traduce en elaborar un contrato entre vosotros en el que se identifiquen todos los aspectos de estos acuerdos.

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Como punto de partida

Lo primero que tenéis claro antes de lanzaros al poner en marcha un negocio conjunto es que vuestra modélica relación de pareja no es siempre garantía de éxito empresarial. No basta con compartir el mismo gusto por la gastronomía o la música, ahora hay que poner sobre la mesa los objetivos y las metas reales. Es necesaria una visión común del proyecto y para ello hay que estar bien alineados desde el minuto cero.

Nuevos roles

Además, es necesario que adoptéis unos roles claramente definidos, en función de vuestras aptitudes. Uno de los conflictos más habituales entre parejas sentimentales es la diferencia de estilos de trabajo. La personalidad, el carácter y el talento son armas de doble filo: pueden funcionar como un tiro en una relación sentimental, pero ser un desastre en un proyecto empresarial.

Si te gusta, por ejemplo, vivir bajo presión, pero tu pareja es una balsa de aceite, llevadlo al terreno de los negocios: para ti, la negociación comercial y para la otra parte, la administrativa. Así, con todo. Definid claramente las funciones dentro del equipo de trabajo. Determinad las responsabilidades que ha de asumir cada uno de vosotros en base a vuestras aptitudes y vuestro talento.

Nuevas reglas

En el trabajo…

Es conveniente que determinéis de forma clara los horarios de trabajo, la duración de la jornada laboral, las vacaciones y cualquier otro punto que afecte a las dinámicas laborales. Definid el tiempo que dedicáis a la empresa para disponer de tiempo para cuidar de la relación de pareja.

En casa…

Y eso hay que llevarlo también al terreno personal, de manera que pueda llevarse a cabo una buena conciliación familiar. Si separar al 100% la vida personal de la profesional ya resulta en muchas ocasiones utópico, aún lo es más cuando se trata de un negocio gestionado por una pareja.

Marcad reglas de convivencia como, por ejemplo, no hablar de trabajo al traspasar el umbral de la puerta de casa, no usar el teléfono móvil para responder llamadas de curro a partir de cierta hora…

pareja escalando una montaña

Bajo un nuevo techo

Si, en vez de trabajar como autónomos, constituís una sociedad, tienen que quedar bien determinado los porcentajes de participación de cada uno de vosotros y las responsabilidades dentro del proyecto empresarial. Sólo de esta manera es posible construir unos cimientos sólidos.

¿Y las finanzas?

La libertad financiera resulta complicada. La clave radica en que, en el ámbito estrictamente empresarial, una de las partes sea capaz de gestionar la ejecución financiera de ambas partes.

Pero eso no choca para nada con algo que resulta fundamental para la supervivencia de la relación: que cada parte mantenga una independencia financiera y que disponga de recursos para “gastos propios”. Es decir, separad la economía de pareja de la economía empresarial. Vamos, que una cena con amigos de la escuela no ha de salir del fondo de gastos de la empresa.

Pros y contras de emprender en pareja

Pros

  • La confianza con tu partner empresarial ya está ganada de antemano pues existe un vínculo previo a la puesta en marcha del proyecto. Esa tranquilidad es un valor excepcional.
  • Menos obstáculos en la planificación de algunas tareas, que evitan intermediarios.
  • El desgaste es menor, ya que el esfuerzo dedicado es compensado de manera más equilibrada.
  • La unión hace la fuerza, puesto que se crean “nuevas relaciones” que de otra forma no se darían entre otro tipo de socios o trabajadores.
  • Mayor motivación al tener cerca a una persona con que ya existe una complicidad, empatía y otros valores comunes

Contras

  • Se puede producir una falta de diversificación por una excesiva concentración de tareas. Abarcarlo todo juntos es, a veces, peligroso.
  • Se establece una frágil línea entre el ámbito personal y profesional que, en caso de no delimitarse bien, puede ser contraproducente.
  • Se puede producir una menor autocrítica y por lo tanto la pérdida de un referente para mejorar en caso de vaivenes empresariales.

7 consejos para llegar a buen puerto

  1. Comunicad de forma fluida y confiad el uno en el otro. La comunicación y la confianza son los dos pilares fundamentales para llegar a buen puerto. Y si esa comunicación se deja por escrito, tanto mejor.
  2. Pensad en positivo. Apoyaos en la persona que tenéis al lado y evitad volcar en ella las frustraciones si surgen contratiempos. La crítica ha de ser siempre constructiva para seguir creciendo.
  3. Mantened vuestra propia identidad como individuos. Planteaos cuestiones como “¿Qué os mueve para hacerlo juntos?” “¿Qué me aporta?” “¿Por qué juntos?” Es bueno que seáis sinceros con vosotros mismos y que este emprendimiento conjunto no se realice por causas equivocadas. “Con mi pareja, al fin del mundo” no es la idea.
  4. Entended vuestra dualidad como algo inherente a un proyecto empresarial compartido. Emprender en pareja supone desdoblarse para seguir creciendo.
  5. Autoevaluaos cada cierto tiempo. Por ejemplo, cada seis meses. ¿Se mantienen los mismos objetivos? ¿Qué ha pasado desde el inicio? ¿Afecta a nuestra relación de pareja? ¿A nuestra vida familiar?
  6. Compartid cada cierto tiempo esa reflexión con algún terapeuta externo. Retos, metas, crecimiento personal, errores, aprendizajes…
  7. Trabajad en espacios “separados” en la medida de lo posible y reuníos cuando esté agendado. En el mundo de los negocios, el roce NO hace el cariño.

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