Uno de los principales motores a la hora de iniciar una aventura empresarial, por no decir el motor definitivo, es el dinero. Lo habitual, salvo excepciones, es no contar con todo el que se necesita y acudir a quienes nos lo puedan prestar. ¿Cómo se obtiene financiación en tiempos de crisis para poner en marcha un negocio? Vamos a ver todas las opciones.
Es, seguramente, el modelo clásico. Casi todos los bancos, si no todos, cuentan con líneas de financiación específicas para empresas, incluidas las startups o autónomos. También existen los créditos ICO, al que están adscritos numerosas entidades bancarias y cajas de ahorros.
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Otra de las opciones con la que cuentan las pequeñas y medianas empresas, en particular las startups, es la de acudir a fuentes de financiación pública. La Administración Central, por ejemplo, cuenta con ayudas a través de la Dirección General de Industria y de la Pyme, así como de asesoramiento a empresas.
En estos momentos, las ayudas a la digitalización de las empresas si queremos crear una página web, gestionar la protección de datos, redes sociales, etcétera, están especialmente apoyadas a través del Kit Digital.
Pero también existen otras ayudas en las distintas comunidades y ayuntamientos del territorio nacional. Lo mejor, en estos casos, es acudir a la Cámara de Comercio provincial para informarse de las que están vigentes.
La financiación en tiempos de crisis a menudo hace necesario que nos decantemos por inversores privados como alternativa a la banca o a organismos públicos. Una de estas fuentes de financiación está en los business angels.
Los business angels son inversores de proximidad, a menudo amigos o familiares, con una economía saneada que les permite invertir en un negocio a cambio, a menudo, de ser socio capitalista del mismo. Pero también pueden ser inversores profesionales que deciden apostar por nosotros.

Los fondos de capital riesgo o venture capital es otra de las principales fuentes de financiación privada. Estos fondos de inversión son capital reunido por un grupo de inversores independientes. Dicho capital, gestionado por una entidad, se distribuye entre las empresas seleccionadas.
Entre los modelos de financiación alternativa contamos con el crowdfunding. Se trata de una manera de financiar tu negocio a través de la economía colaborativa, esto es, con montones de pequeños inversores. Para asegurar la transparencia, el crowdfunding se gestiona a través de plataformas específicas, como Patreon, Verkami, etc.
Sus principales ventajas: los inversores no asumen grandes riesgos, que tenemos un control absoluto sobre el proyecto y que evitamos compromisos de pagos a bancos. Desventajas: el proceso puede ser muy lento, más cuanto más capital necesitemos; debemos destacar muchísimo de entre el resto de proyectos y, por último, necesitaremos invertir en marketing precisamente para destacar.
El crowdlending o préstamo entre particulares y empresas suele ser uno de los modelos de financiación en tiempos de crisis que se presentan como mejor alternativa a los bancos tradicionales. A diferencia de los venture capital, estos prestamistas invierten su dinero a cambio de un tipo de interés.
Entre sus ventajas está la del ahorro de tiempo y de sobrecostes, ya que el tipo de interés de estas entidades suele ser notablemente inferior al de los bancos. También, que la obtención de la financiación suele ser rápida, y por último, la flexibilidad en la devolución del importe y en los plazos, puesto que los marca la empresa.
Desventajas: es probable que no obtengamos el 100% de la financiación. Y que las plataformas a través de las que se hace nos cobren una comisión.
Los préstamos participativos son un modelo de financiación a medio camino entre el inversor privado y el préstamo bancario.
Sus ventajas: suele tener requisitos de acceso muy asequibles y un tipo de interés flexible que se adapta a la marcha de la empresa. Desventajas: el prestamista tiene presencia activa en la empresa y no podemos cancelar el préstamo libremente.