Atrás quedan los tiempos en los que los tiburones empresariales impusieron un modelo hipertecnificado empeñado en extirpar las emociones de cualquier negocio. Ya nadie cree que, para funcionar de forma óptima, el cerebro empresarial tenga que obviar al corazón... Si no, todo lo contrario. Bienvenidos a la era de la innovación emocional.
Es de suponer que, a estas alturas, ya habrás escuchado y leído mil veces este término: innovación emocional. Y seguro que lo has escuchado y leído constantemente ligado a técnicas para hacer crecer una empresa de la forma más positiva y efectiva.
Pero, claro, el concepto es relativamente nuevo y, por lo tanto, es necesario lanzar dos preguntas al aire... Primero, ¿qué es exactamente la innovación emocional? Y, una vez aclarado y aprehendido este concepto, hay que despejar la cuestión con mayor chicha: ¿cómo puedes (y debes) aplicarla en tu empresa?
No resulta sencillo definir la innovación emocional porque, como siempre que las emociones entran en la ecuación, los límites se desdibujan... Pero intentémoslo. Podría decirse que la innovación emocional es la alineación de las voluntades de todos los miembros de un equipo empresarial con el espíritu de su creador. Dicho de otra forma: es un sistema en el que todo el equipo se implica emocionalmente y siente como suya la meta final de la empresa.
Los estudios demuestran que más del 80% de las decisiones en toda compañía orbitan alrededor de las emociones de sus líderes, equipos y colaboradores. Esto significa que, por mucho que se intenten eliminar las emociones a la hora de tomar decisiones, estas siempre salen a la superficie de una forma más o menos directa.
De hecho, ¿por qué eliminar las emociones de la toma de decisiones? Si el equipo involucra sus emociones, se dejará la piel a la hora de cumplir con los objetivos. Porque, al fin y al cabo, si un trabajador solo se dicta por la razón, esa razón puede acabar susurrándole al oído que este no es su proyecto personal y que tampoco tiene que esforzarse tanto. Y, ojo, que tampoco es cuestión de exprimir a los trabajadores: es cuestión más bien de configurar un equipo de iguales con poderosos lazos emocionales remando en la misma dirección.
Ahora que ya hemos definido la innovación emocional, es el momento de convertir la teoría en práctica. Y, para ello, aquí tienes seis consejos...