Repasamos cuáles son los principios contables: por qué existen, de dónde vienen y para qué sirven.
Antes de entrar a mayores con los principios contables, es necesario hacer una pequeña parada en la que abordar los cimientos de todo este concepto. Para ello, nada mejor que preguntar: ¿cuál es exactamente el objetivo final de la contabilidad? Elaborar las cuentas anuales de una empresa en funcionamiento para así proporcionar una imagen fiel de su situación financiera y económica. Además de efectuar un control periódico de la misma.
Con esto en mente, puede decirse entonces que los principios contables son toda una serie de normas básicas que deben respetarse para que las cuentas muestren una imagen totalmente fiel al patrimonio, las finanzas y los resultados de la empresa. Ni más, ni menos.
Ahora bien, hay que tener en cuenta todo un conjunto de factores de vital importancia a la hora de considerar estos principios…
Existen siete principios contables básicos establecidos en el Plan General de Contabilidad.
El Plan General Contable define el devengo de la siguiente forma:
“Los efectos de las transacciones o hechos económicos se registrarán cuando ocurran, imputándose al ejercicio al que las cuentas anuales se refieran, los gastos y los ingresos que afecten al mismo, con independencia de la fecha de su pago o de su cobro.”
Esto significa que los ingresos y gastos de una empresa han de anotarse debidamente en el momento en el que ocurren, en vez de cuando ya se han cobrado o pagado.
¿Qué se consigue con el principio de devengo? Que la cuenta de resultados (o la de pérdidas o la de ganancias) de un año refleje exclusivamente los ingresos y gastos que se ha realizado en ese mismo año. Y, por lo tanto, si se aplica correctamente este principio, obtendremos una visión real de patrimonio y de la situación contable de una empresa en ese año concreto.
Volviendo al Plan Contable, esto es lo que dice al respecto del principio de uniformidad:
‘Adoptado un criterio dentro de las alternativas que, en su caso, se permitan, deberá mantenerse en el tiempo y aplicarse de manera uniforme para transacciones, otros eventos y condiciones que sean similares, en tanto no se alteren los supuestos que motivaron su elección. De alterarse estos supuestos podrá modificarse el criterio adoptado en su día; en tal caso, estas circunstancias se harán constar en la memoria, indicando la incidencia cuantitativa y cualitativa de la variación sobre las cuentas anuales’.
Este principio indica que, una vez se hayan establecido unos criterios fundamentales para la aplicación de los principios contables, estos deben mantenerse y no pueden cambiarse. A no ser que cambien las circunstancias que nos llevaron a establecer esos principios concretos, lo que sí que nos dará la oportunidad de renovarlos.
Esto implica que los principios establecidos han de mantenerse en el tiempo y, sobre todo, es necesario que cubran todos aquellos activos patrimoniales que tengan exactas características. Si se modifican estos criterios, será imperativo reflejar el motivo en la memoria.
Por mucho que, ya por su propio nombre, parezca fácil determinar la naturaleza del principio de prudencia, aquí va la definición según el Plan Contable:
‘Se deberá ser prudente en las estimaciones y valoraciones a realizar en condiciones de incertidumbre. La prudencia no justifica que la valoración de los elementos patrimoniales no responda a la imagen fiel que deben reflejar las cuentas anuales’.
De nuevo, la cosa no queda demasiado clara (sobre todo, porque el Plan Contable se extiende mucho más después de esta apertura). Pero, en resumidas cuentas, este principio marca una diferencia básica entre los ingresos y los gastos a la hora de ser registrados. En el caso de los ingresos, estos deberán ser registrados en el momento en el que se devenguen. Y, en el caso de los gastos, deberán registrarse en el instante en el que sean conocidos por parte de la empresa.
Recurramos de nuevo al Plan Contable para una definición del principio de no compensación:
‘Salvo que una norma disponga de forma expresa lo contrario, no podrán compensarse las partidas del activo y del pasivo o las de gastos e ingresos, y se valorarán separadamente los elementos integrantes de las cuentas anuales’.
Esto significa que las cuentas de activo nunca podrán compensarse con las de pasivo, ni tampoco podrán compensarse ingresos con gastos. Todas estas partidas deben ser valoradas de forma independiente y mantenerlas por separado. Dicho de forma definitiva y bien clara: una empresa nunca puede compensar lo que debe con lo que le deben. Por mucho que, de entrada, este podría parecer un buen método para librarse de las deudas.
‘Se admitirá la no aplicación estricta de algunos de los principios y criterios contables cuando la importancia relativa en términos cuantitativos o cualitativos de la variación que tal hecho produzca sea escasamente significativa y, en consecuencia, no altere la expresión de la imagen fiel’.
Esto es lo que el Plan General Contable estipula al respecto del principio de importancia relativa.
Y viene a decir que, al fin y al cabo, si una actividad económica no tiene un impacto considerable en la imagen fiel de la situación financiera de una empresa, puede considerarse la no aplicación de los principios contables. Al fin y al cabo, estos principios solo deben reflejar los hechos económicos que tengan una relevancia vital.
El Plan Contable establece el principio de empresa en funcionamiento de la siguiente forma:
‘Se considerará, salvo prueba en contrario, que la gestión de la empresa continuará en un futuro previsible, por lo que la aplicación de los principios y criterios contables no tiene el propósito de determinar el valor del patrimonio neto a efectos de su transmisión global o parcial, ni el importe resultante en caso de liquidación’.
Hablando en plata: en el momento de confeccionar las cuentas, se hace sobre el supuesto de que la empresa mantendrá su actividad en un futuro próximo. Este principio asume que la empresa continuará operando en un futuro previsible, generalmente considerado como un horizonte de al menos 12 meses, salvo que existan pruebas en contrario.
¿Las respectivas definiciones de todos estos principios contables no te han dejado los conceptos suficientemente claros? Terminemos de definirlos entonces usando los siguientes ejemplos…